miércoles, 4 de septiembre de 2019

De Guido D'Arezzo a Sergio Aschero (dos maneras de contar en música)


https://drive.google.com/open?id=16nmSYmAuepPfT5MCAQKXc4L0-u72RzV2


En el sistema tradicional de notación la altura de los sonidos se representa por medio de siete notas. La octava nota es repetición de la primera.
Faltan cinco nombres o sobran cinco sonidos: las teclas de un piano son doce.
Existe discrepancia entre el sonido y su imagen.
Una sola nota, con todas sus variables (siete claves y cinco alteraciones) tiene cuarenta y dos lecturas diferentes.
Clave es la idea que permite comprender un enigma.
Una clave es imprescindible en todo código, siete no.
Se aceptan varias escrituras para representar la misma altura del sonido (enarmonía) y sin embargo no se contemplan nombres diferentes para lo que no suena igual (homonimia).
Si no se responde a este principio: para cada sonido un signo, para cada signo un nombre, se dificulta la utilización racional del código.
Las notas se representan temporalmente por medio de siete figuras.
Surge nuevamente en la teoría la falsa supeditación a un número erróneo. El siete no contiene la realidad temporal del sonido. La cábala sigue ocupando el lugar de la razón.
Los silencios se representan temporalmente por medio de siete signos.
Se observa una representación redundante: si figuras y silencios comparten el mismo tiempo ¿qué les impide compartir, con alguna variable, el mismo signo?

En la Numerofonía de Aschero esto no ocurre. Siempre se escribe lo que suena o no de una sola manera y no hay excepciones. Es un lenguaje que mira hacia adelante a diferencia del sistema tradicional de notación.