https://drive.google.com/open?id=16nmSYmAuepPfT5MCAQKXc4L0-u72RzV2
En el sistema tradicional de notación la altura de los
sonidos se representa por medio de siete notas. La octava nota es repetición de
la primera.
Faltan cinco nombres o sobran cinco sonidos: las
teclas de un piano son doce.
Existe discrepancia entre el sonido y su imagen.
Una sola nota, con todas sus variables (siete claves
y cinco alteraciones) tiene cuarenta y dos lecturas diferentes.
Clave es la idea que permite comprender un enigma.
Una clave es imprescindible en todo código, siete no.
Se aceptan varias escrituras para representar la
misma altura del sonido (enarmonía) y sin embargo no se contemplan nombres
diferentes para lo que no suena igual (homonimia).
Si no se responde a este principio: para cada sonido
un signo, para cada signo un nombre, se dificulta la utilización racional del
código.
Las notas se representan temporalmente por medio de
siete figuras.
Surge nuevamente en la teoría la falsa supeditación
a un número
erróneo. El siete no contiene la realidad temporal del sonido. La cábala sigue
ocupando el lugar de la razón.
Los silencios se representan temporalmente por medio
de siete signos.
Se observa una representación redundante: si figuras
y silencios comparten el mismo tiempo ¿qué les impide compartir, con alguna
variable, el mismo signo?
En la Numerofonía de Aschero esto no ocurre. Siempre se escribe lo que
suena o no de una sola manera y no hay excepciones. Es un lenguaje que mira
hacia adelante a diferencia del sistema tradicional de notación.